Nuestra historia

La historia de Le Pain Quotidien y la pasión de Alain Coumont por la comida comenzó mucho antes de la primera panadería de Alain. De niño, en Bélgica, pasaba incontables horas sentado en una silla viendo a su tía hacer pan. Como joven chef en Bruselas, Alain buscaba un pan que estuviera a la altura de su ideal infantil. El golpe más afortunado fue quizás quedarse con las manos vacías, porque Alain se dio cuenta de que la única manera de satisfacer su deseo del pan rústico de su juventud era recrearlo de memoria. Apasionado por la calidad, decidió volver a sus raíces y abrir una panadería donde poder amasar harina, sal y agua para obtener los panes rústicos de su infancia. El primer Pain Quotidien abrió sus puertas en la calle Antoine Dansaert de Bruselas, entonces el vanguardista barrio de la moda belga. En un mercadillo local, encontró una larga mesa donde sus clientes podían sentarse y comer juntos; ésta se convirtió en la primera mesa comunal de Pain Quotidien.

"La idea detrás de Le Pain Quotidien es simplemente hacer un buen pan diario, un pan hecho a mano con una buena corteza y una rebanada firme, el tipo de pan que hace excelentes tartines. Pan no solo para nutrir el cuerpo sino también el espíritu. Un pan mejor compartido alrededor de una mesa, para ser saboreado entre amigos."

- Alain Coumont